Aries: Claudia y su conexión sexual con Irene.

Aries: Claudia y su conexión sexual con Irene.

Muy bien Claudia, el sexo para un Aries resulta toda una aventura, les encanta la novedad y son muy atrevidos

Querido Aries eres el primero de la lista. Un signo de fuego y uno de los signos zodiacales más sexuales del horóscopo. Acostumbran a ser atrevidos, audaces, impulsivos, ardientes y dinámicos, en definitiva, les gusta llevar el control de la situación. Incluso cuando se trata de una persona cuadriculada en ocasiones no son capaces de reprimir su lado más salvaje.

Características sexuales de los Aries.

Cuando un Aries se interese por ti, te lo hará saber de forma muy directa. Buscan encontrar la satisfacción al instante.

Si lo que quieres es un compañero o una compañera para disfrutar de sexo pasional, tenemos a tu candidato.

Necesitan sexo dinámico, probar posturas y experimentar constantemente. Les gusta perseguir sus fantasías sexuales y son opend-mind. Por eso, si tienes una cita con  este signo, proponle juegos picantes, juguetes sexuales, situaciones excitantes o lencería atractiva. Tenemos el lugar perfecto para que vayas totalmente preparadx a tu cita clic aqui.

Son capaces de diferenciar perfectamente el sexo del amor. Les gusta tener el control en todo momento, aunque en ocasiones, si tienes suerte, se dejan dominar. En definitiva, para Aries no hay presa que se le resista.

¿Habremos encontrado en nuestras redes algún Aries que haya querido compartir con nosotros su experiencia? ¡Por supuesto que si! Sigue leyendo que damos voz a la protagonista de hoy.

Desde siempre he sido una de esas personas  responsables que tiene todo muy cuadriculado e intenta no salirse de lo que ha establecido en su organizada agenda. Necesito tener todo bajo control, es más, soy incapaz de hacer algún plan de ocio o trabajo sin que esté planificado con anterioridad. O al menos eso pensaba hasta que la conocí.

Todo comenzó en aquella discoteca en la que no debería haber estado nunca, pero que mis amigas visitaban los sábados por la noche. Yo no entendía como no se cansaban de tanta fiesta. En verdad no tenía nada especial, es más, la típica barra con bebidas de mala calidad, una pista de baile y ese rincón oscuro al que me prohibí ir jamás.

Iba vestida con un vaquero negro y un blazer, trabajo en un bufete de abogados y no pasé por casa ni a quitarme los zapatos. Cuando entré en la discoteca me di cuenta al instante que sobraba de ese sitio. Todo el mundo vestido tan guapx y yo tan……aburrida, la verdad que no pintaba nada. Mis amigas me saludaron desde el reservado. ¡Qué guapas iban!.

  • ¡Por fin aquí Claudia!, contestó mi amiga Laura.

Nada más llegar brindamos por esa noche, con los trabajos es casi imposible que todas coincidamos, sobre todo yo que paso horas y horas en esa oficina y cuando llego a casa comparto el poco tiempo que tengo con mi novio Pablo, con el que llevo nueve años.

Comenzaron a pedir copas y ¡más copas!, al principio me corté, pero luego pensé, para una vez que salgo de fiesta voy a disfrutar. Cuando me di cuenta me había desabrochado los botones de la camisa y estaba en esa barra llena de gente lista para pedir.

Lo que no esperaba encontrarme fue a esa chica de ojos azules atendiendo en la barra con un vestido rojo bastante apretado. Hacía mucho tiempo que no tenía sexo con mi pareja, ya que nuestra relación se basaba últimamente en la monotonía de dos compañeros de piso. Cuando me di cuenta estaba mordiéndome el labio inferior mirándola de forma furtiva.

  • ¿Qué te pongo?, me preguntó la camarera.

En ese momento únicamente me salía decirle “me pones tú”. Obviamente por la poca lucidez que me quedaba no dije nada. Respondí «ocho copas y tu instagram».

En ese momento pensé “tierra trágame”, nunca había hablado así a nadie y ya no podía rebobinar el tiempo, así que si pedía perdón iba a quedar, si cabe, aún peor. Por lo menos se rio, algo es algo supongo.

¿A qué mesa se lo llevo?. Evitó la pregunta, menos mal, porque ya no se podía hacer más el ridículo.

  • La nueve -contesté, sin mirarla fijamente a los ojos.

Cuando salió de la barra y nos trajo las copas a la mesa, antes de que me diese tiempo a sentarme, me agarró por el brazo y me dijo al oído:

  • Te voy a dar un consejo, cuando pidas el contacto a alguien primero pregúntale su nombre, ¿no crees?.

La forma en la que me agarraba la cintura y me miraba me pusieron la piel erizada, que ganas tenía de verla a solas.

  • Bueno pues dime cómo te llamas, pregunté sin vergüenza, total ya me había tomado dos chupitos más.
  • Lo siento la relación con mis clientes es estrictamente profesional. Si quieres saber más de mi, sígueme.

Mire a mis amigas, que me preguntaron si me había dicho algo y negué con la cabeza. En ese momento puse la excusa creíble, en mi caso, de que me tenía que ir a casa. Al salir me cogió de la mano y me llevó hasta una sala con cristales tintados en los que podíamos observar a toda la gente de nuestro alrededor desde dentro pero ellos a nosotras desde fuera no. Estaba realmente nerviosa, pero a la vez mi lado salvaje me dominaba por momentos. Nunca pensé que pudiese verme en una situación así, pero me dejé llevar.

Estaba delante de mí, tenía un cuerpo perfecto. ¿Qué deporte haría?, ni idea, no me importó nada cuando me inclinó sobre el cristal principal.

– ¿No te dejan conversar con ningún cliente?.

– No, una vez pillaron a un compañero y el jefe lo puso como requisito en las clausulas del contrato.

Ahí fue cuando me di cuenta que estaba interesada en mi. Le guiñe un ojo mientras sonreía y me mordí el labio. Ella nerviosa dijo:

  • Me llamo….
  • Calla, le dije tapándole la boca, tú me has traído aquí, yo necesito hacer algo divertido.
  • Algo divertido, ¿A qué te refieres?.
  • A esto, contesté con tono sensual.

Me lancé a sus labios y ella me besó mordiéndome de forma salvaje. Su lengua y la mía se fundieron, convirtiendo ese beso en algo apasionado, feroz y sensual. Me llevó contra ella y noté su deseo, al igual que ella sintió mis ganas. Lance una sonrisa al aire y tras ponerla contra el cristal bajé la cremallera de su vestido apretado.

La sorprendí cuando la quité el vestido y masajee sus pechos liberándoles de ese sujetador apretado para empezar a jugar con ellos y mi lengua. Jadeó agitada cuando agarré la coleta alta que llevaba con firmeza.

Le ordené que se diese la vuelta y abriese las piernas mientras me miraba fijamente. Estábamos tan excitadas, que tras un instante empezamos a tocarnos y a realizar el mejor sexo oral de mi vida. Deslicé la lengua por todo su cuerpo mientas soltó un gemido incontrolable, en ese momento le tapé la boca con la mano para controlar la situación, con la otra le agarré de la cadera para seguir el intenso ritmo que llevábamos. Le pegué un azote que sonó con fuerza, nuestras piernas temblaban, aprovechaba en ese momento para soltarle esa coleta alta y coger su pelo con fuerza.

Seguimos aumentando el ritmo hasta que inevitablemente terminamos con un gran orgasmo. Nos quedamos mirando durante un tiempo mientras nos fumábamos un cigarro, ya que era imposible levantarnos con el temblor de nuestras piernas.

  • Irene.
  • ¿Cómo?, pregunté extrañada sin saber a qué venía eso.
  • Me llamo Irene. Contestó con una sonrisa en la cara.

Nos levantamos en ese momento riéndonos por la situación.

  • Yo me llamo Claudia, contesté, mientras me ponía los pantalones.

Ese sábado encontré una gran conexión sexual con Irene. Era mi faceta oculta, algo que no había sido capaz de mostrar a mi anterior pareja durante tantos años, pero ahí estaba. Me había dado cuenta, que por mucho que lo escondiese, para abrir el Olimpo del placer tenía que ser dirigiendo y solo yo tenía esa llave.

Muy bien Claudia, el sexo para un Aries resulta toda una aventura, les encanta la novedad y son muy atrevidos. Dispuestos a probar cosas nuevas, ¿Te has dejado cautivar por algún Aries?.

¡Pide al universo que si no es para ti al menos te deje disfrutarlo!

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